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Karina es una ingeniera apasionada por la vida. Disfruta cada momento a plenitud y servir a todos lo que la rodean, hace parte de su misión de vida. Nos comparte aquí una linda reflexión sobre la amistad.
Según el diccionario, la amistad se define como una relación de afecto, simpatía y confianza que se establece entre personas que no tienen vínculos familiares. Pero siempre he pensado que va más allá. Siempre he sentido que es el valor con el cual la vida te demuestra magia, es la forma como el mundo te sorprende, te lleva a descubrir lo bonito, lo puro, lo simple, te enseña la lealtad como algo que no es negociable y te lleva a descubrir lo hermoso que tienen ciertos seres humanos que sí terminan convirtiéndose en familia, esa que no tiene sangre de por medio. La historia que les voy a contar, pasó hace aproximadamente quince años. Las personas que me conocen, saben que para mi la amistad es protección, es ser incondicional, es brindar compañía, así no la quieras recibir. Es estar sin querer que estés, es demostrar que el valor más importante es la lealtad y la incondicional. Este escrito se lo quiero dedicar a esa persona, mi primera amiga. Les quiero contar un poco de cómo fue ese encuentro, será divertido y la van a aprender a amar tanto como yo. Por mi personalidad entre fuerte, tosca y bastante torpe, nunca tuve amigas de pequeña. Creo que siempre se me ha facilitado la relación con los hombres que tienden a ser más sencillos, más fáciles de llevar. Pero llegó el día que la conocí a ella. Estábamos en la universidad y queríamos ser ingenieras. Siempre le pedía sus cuadernos, pues eran una verdadera obra de arte, la máxima expresión de atención a las clases; su hermosa letra y los muchos colores que usaba, hacían que estudiar de sus notas fuera un privilegio. Siempre dispuesta a ayudar, a apoyar, a explicar; ella, la nobleza hecha mujer. Aunque la amistad no nació allí, para esa época éramos solamente compañeras de clase. Cierto día nos toco trabajar juntas, se dio un choque de trenes, donde ella aprendió un poco de mi y yo de ella. Nos pusimos serias, jamás lo olvidaré; yo tratando de darle una lección, lo cual despertó un reto para mi y ella haciendo las cosas como le gustan. Creo que entendimos lo diferentes que éramos, agua y aceite. Ante todo pronóstico funcionamos y ese día conocí a mi primera amiga. Jamás olvidaré esa mezcla de sentimientos, diversos pero bonitos, por alguien que es tan diferente a mi.
Muchos que nos conocen se preguntan cómo es posible que seamos amigas. Pero el tiempo pasó, ella siempre princesa, impecable , el postre más lindo de todos...Yo, ese polo extraño a tierra que siempre le decía lo que no quería escuchar, quizás ese verdugo sin filtro, sin cautela y sin prejuicios, que a su manera buscaba cuidarla y protegerla. Ella es dulzura, calma, paciencia que combina con rabietas y capricho. Pero siempre pesó más el cariño. Años después, la vida me dió la oportunidad de trabajar con ella, de admirarla y verla como una profesional exitosa y brillante, la misma que vi crecer. Porque la he visto dar pasos caer, levantarse, luchar y reirse como gallina. Después de más de 15 años de amistad puedo decir que es de los mejores seres humanos que conozco, que le doy gracias a la vida por colocarla en mi camino y ver la máxima expresión de la palabra amistad en ella. Ella es la autora de este blog y gracias, es una palabra que queda muy corta para expresar todo lo que reunen estos años de amistad.
Gracias por enseñarme muchas cosas, por tus abrazos, por tus notas de cumpleaños que las guardo todas. Gracias por tus cuadernos, por las horas que estudio conmigo, aunque ya habías terminado lo tuyo. Gracias por los almuerzos que me empacaba tu mamá, por las navidades, por las risas , por las fiestas, por los conciertos y las salidas a comprar cositas. Gracias por escucharme, por dejarme decirte lo que sabías que no querías escuchar, por dejarme estar en los momentos buenos, por aceptarme en los momentos malos y por mil historias más. Gracias por dejarme conocerte. Eres de las pocas personas que existen que me hacen creer en la humanidad, con tu humildad, entrega, paciencia y sobre todo, con tu forma desinteresada de dar amor.
Desde mi alma,
Karina
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